¿A quién sigue el Papa?

Me encontré la noticia en algún periódico en línea: el Vaticano anunciaba apenas ayer, 4 de diciembre, la apertura de una cuenta oficial de Twitter para Benedicto XVI. Al principio no reaccioné. El mundo de Twitter es una especie de caos de ideas donde éstas se organizan en corrientes, a veces provocadas y muchas veces impredecibles. Todos los días muchos desconocidos se vuelven estrellas, y muchos famosos se topan con el escándalo.

Luego pensé que la presencia del máximo representante de la fe católica en un espacio tan libre como Twitter era muy importante. ¿Qué estrategia de comunicación seguiría un personaje tradicionalmente hermético? ¿Se arriesgaría nuevamente Josep Ratzinger a soltar declaraciones polémicas e hirientes, como ya lo ha hecho de viva voz? ¿Quién sería el encargado de manejar una cuenta que recibiría lo mismo halagos que improperios? No me cuesta imaginarme a Juan Pablo II tuiteando en su propia cuenta… Pero, ¿cómo lo haría Benedicto?

Así, decidí asomarme a la cuenta @pontifex_es para ver qué había. Lo primero que llamó mi atención fue el hecho de que, a pesar de no haber tuiteado nada, la cuenta ya registraba más de 50 mil seguidores (en este momento, unas 32 horas después de su apertura, ya cuenta con casi 107 mil seguidores). Luego me enteré que el plan de la cuenta es publicar su primer tuit hasta el 12 de diciembre, fiesta de la Virgen de Guadalupe… Al menos así lo hará la cuenta en español.

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Sin tener forma de comprobarlo, se me ocurrió pensar que muchas de esas personas que siguen hasta ahora una cuenta que no dice nada lo hacen movidos por una fe ciega en su pastor. Eso en Twitter es un fenómeno rarísimo, si no es que inédito. La dinámica de esta red social es, precisamente, interactuar con cualquier persona a través de los textos de 140 caracteres. Conocer y expresar… En este caso, la gente parece estar dispuesta a esperar más de una semana antes de decidir si vale la pena seguir la cuenta.

Luego me vino a la mente una idea estimulante. La cuenta seguía (y hasta hoy la cifra no se ha movido) a tan solo 7 cuentas. ¡Interesante! ¿A quiénes seguiría una persona de la relevancia de Benedicto XVI? Me divertí por un momento haciendo una quiniela mental: por supuesto a Barack Obama… Tal vez al Dalai Lama, al Primer Ministro Británico y algún otro personaje más. De ninguna manera a Leonardo Boff… Y con esa idea juguetona en mi cabeza, hice clic sobre el número perfecto, y me encontré con esta imagen:

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Bueno… El Papa se sigue siete veces a sí mismo, en diferentes idiomas. Caray, me dije. Qué símbolo ominoso. Y me puse a buscar otra cosa en internet un poco entristecido…

Carta a Pedro.

«Bendito el que viene en el nombre del Señor» (Mc . 11, 1-10)

Encuentro en mi mente y corazón más de cincuenta razones para no alegrarme con tu visita a nuestra tierra. Me resulta ofensiva la forma como una minoría política se ha decidido a sacar raja política de tu visita pastoral. Y, ya sin restos de la cómoda ingenuidad juvenil, también me incomoda saber que no hay visita pastoral sin agenda política. El silencio frente a quienes decidieron que no podían quedarse callados ante los abusos sexuales cometidos por clérigos; la preocupación superior de influir en las leyes del país antes que revisar la capacidad de nuestra Iglesia de acercarse al corazón y necesidades de sus miembros. En fin, que a ratos siento que podría sumarme sin empacho a los cientos (¿miles?) que vociferan contra tu presencia ahí, donde la vida no vale nada, según escribió uno de nuestros más queridos poetas.

Y, sin embargo, no deja de sorprenderme el impacto que tu visita ha generado en el corazón de tanta gente sencilla. He recordado con fuerza las palabras de Pedro Trigo en Caracas, quien nos decía con vehemencia que es la religión popular (no confundir con la religiosidad popular) la que mantiene viva a la comunidad de los creyentes. ¡Son tantos los que han intentado cambiar en algo su vida, para recibirte así, pobres de espíritu y limpios de corazón.

Hoy por la mañana escuché una entrevista a una señora mayor. Apenas un tintineo en medio del feroz torrente de información que nos recetarán los medios de comunicación durante tu estancia en León. A la pregunta de la reportera «¿qué le pidió usted al Papa?», esta mujer (o el Espíritu de Jesús por su boca) respondió:

– Le he pedido al Papa que rece mucho por nuestro pueblo, que necesita tanto la paz. Que rece por nosotros, como nosotros hemos estado rezando por él».

Es probable que esta mujer no lo sepa, pero su respuesta dio en el clavo. Tu visita a nuestro país, ante todo, deberá ser motivo de comunión. Así, como lo dijo esta mujer: desde la reciprocidad, desde la misma dignidad de hijos de Dios. Eres vicario de Cristo para garantizar la comunión entre las comunidades que, con aciertos y errores, siguen empeñadas en hacer de este mundo un lugar de paz.

Así que, además de cumplir con la agenda que seguramente otros te han organizado… Además de transmitir las prioridades de tu pontificado en los diferentes discursos aún por pronunciar… Además de convivir con tanta gente que te usará para promover su propia imagen en estos tiempos aciagos previos a la elección presidencial… No te olvides de rezar por nosotros, así como nosotros hemos estado rezando por ti.