De mis trivialidades.

Que si la señora, antes amable, ya no es tanto, aunque no tenga razón. Que si el examen de matemáticas de primero nadie lo acabó. Que no revuelvan, por favor profesores, la conducta con la calificación. Que falta una semana para el fin del mundo y no he rellenado aún el formato correspondiente. Que hay mil proyectos por delante y tantos lastres por detrás. Que para todo te vendría no tan mal algo que cambiar. Que no quiero seguir comiendo porquerías, pero qué buenas son. Que falta tanto para la quincena, pero ya casi llegué. Que la lámpara del buró no estaba descompuesta, pero ve tú a saber dónde encuentro este fusible. Que ojalá llegues pronto, porque si te tardas me acabo la cena. Que pa’rriba y que pa’bajo. Que’sto y que’lotro. Que al final del día no sé si vengo o si voy.

Pero, al final del día, me pongo a pensar en lo trivial de mis dramas pequeños. Que si ya hubiera salido un minero, hubiera sido una buena noticia. Que ya salieron los 33. Y yo, nada que ver. Qué bueno. Así debía de ser.

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