Epílogo: El P. Goyo, Proceso, Rubén y Francisco un año después.

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Hace más de un año del último post, y este blog todavía se llamaba «El rastro de los sueños». Tengo toda la intención de retomar el hilo de mis publicaciones, después de un año intensísimo, que ya les podré relatar. Sin embargo, no resistí la tentación de escribir el epílogo de aquel post, del cual no esperaba nada y recibí a cambio, reconocimiento, solidaridad, y alguno que otro vituperio.

El Padre Goyo desapareció de la escena pública. Y, por supuesto, de la escena literaria. Ningún otro escrito ha salido de su pluma, lo cual está muy bien, pues su pluma es de plagiario. Mejor así.

Proceso, después de un par de correos electrónicos y muchos tuits, jamás se dignó responder oficialmente a mi denuncia de plagio. Con su pan se lo coman: poco a poco se desmoronan los cimientos del que alguna vez fuera el mejor semanario político del país. Ya no lo es, porque se olvidó de la investigación y transó con la propaganda y la ideología.

Rubén, mi ahora exalumno, sigue publicando sus ideas con libertad desde su blog rubenavamartin.wordpress.com Si se anima a leerlo, descubrirá la unidad de tono y temática entre la carta plagiada y el resto de sus escritos.

Y, para dejarnos a todos con un palmo de narices, Francisco finalmente vino a México, y cubrió una agenda que para el ojo inexperto fue interesante, pero para el ojo entrenado fue, cuando menos ambigua. Hoy parece que su nuevo nuncio apostólico llegó para regañar al arzobispo primado Norberto Rivera. Aunque luego el vocero de la arquidiócesis, don Hugo Valdemar, diga que ni mais, que pis y caca Norberto no se raja.

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